¿Son fiables las redes sociales?



El último fin de semana ha sido rico en “noticias falsas” y “meteduras de pata” memorables a través de las redes sociales, especialmente en Twitter. Desde Berria anunciando a media tarde del domingo que Bildu podría presentarse a las elecciones hasta una cuenta falsa de Nafarroa Bai anunciando que estudiaban retirar sus candidaturas tras el fallo del Supremo. Con medios de gran tirada y acreditada solvencia retuiteando ambas noticias sin contrastar.
Todas estas informaciones aparecidas en Twitter no hace más que desvelar las carencias de profesionalidad en la gestión de redes sociales que tienen tanto los medios de comunicación como los partidos políticos, recién aterrizados en esta fiesta obligados por las modas y las elecciones y que carecen de profesionales preparados para la gestión de estas cuentas. Porque la gestión de una cuenta de Twitter va más allá de copiar cuatro titulares y dos menciones a los líderes de una formación y la profesionalidad se demuestra justamente cuando acontece una crisis.

El caso de los medios de comunicación es aún más flagrante. Ya que se les supone la profesionalidad en la gestión de la información, más que nada porque es su trabajo y de ello se nutre su imagen. Dar por buena una información aparecida en Twitter sin contrastarla y retuitearla en la cuenta de un diario o una emisora de radio, dándole valor, es un golpe a la línea de flotación de la imagen de dicho medio y atenta contra su mayor valor como tal: su credibilidad. Y la credibilidad de lo que aparece en redes sociales depende, al igual de los chismes callejeros, de la fuente que lo emite.
Desde luego, las redes sociales van a suponer un gran reto para empresas, partidos políticos y medios de comunicación que, a golpes, van aprendiendo que su gestión va más allá de pegar cuatro frases en un muro y que además de una gran arma de comunicación, son también una herramienta que incorrectamente gestionada supone un peligro para su reputación. Más que cuestionarnos si internet y las redes sociales son fiables, ¿no deberíamos cuestionarnos si las usamos con el suficiente rigor profesional?