Retiro mi publicidad… ¿Por petición popular?



Ayer  me acosté tras leer esta noticia y después de un intenso debate en Twitter sobre el tema.
Me parece novedoso que el “empoderamiento” del público obligue a las empresas a retirar su publicidad de un programa. Creo que por fin hemos llegado al punto en que las empresas han comprendido que la comunicación actual pasa por la empatía con el público y no con impactarles con mensajes en momentos de máxima audiencia.  Espero que esto, que ahora mismo es sólo una tendencia, se afiance en la mente de los anunciantes. Por de pronto, las marcas que han retirado su publicidad han conseguido ya, vía publicity y totalmente gratis el marchamo de marca responsable y que escucha a sus clientes.
Y es que los “cuidadores de marcas” que somos todos los que trabajamos en el marketing y comunicación comercial, desde el lado de la empresa tenemos que poner el branding por encima de los resultados inmediatos. Y esto pasa por una planificación de medios responsable que evite crisis de comunicación que dañen a la marca. Yo siempre que apruebo una programación televisiva evito aparecer en determinados programas que pueden perjudicar a mi marca o con los que no me interesa que se le asocie. Lo mismo hago con los soportes publicitarios de todo tipo. La afinidad tiene que tener tanto peso como la audiencia y la notoriedad. Porque la notoriedad si va mal asociada, es incluso perjudicial.
Creo que debería planificarse teniendo en cuenta el contenido de los soportes que elegimos para insertar nuestros anuncios, pero eso a día de hoy es casi imposible. Primero porque los medios o facilitan esos contenidos de antemano y segundo porque en planificaciones grandes esta tarea es prácticamente imposible. Supondría planificar pase a pase.
Lo que sí se puede hacer es evitar riesgos. Sin duda hay programas, revistas, periódicos, páginas de internet, etc… podríamos llamar “de alto riesgo” no sólo por la naturaleza de sus contenidos, sino, sobre todo por sus prácticas profesionales. Creo que este es el caso de “La Noria” que no ha sido castigada por el contenido, sino por el hecho de haber pagado por él. En esto somos todos muy hipócritas.
Porque estos programas, que son atacados por la intolerable práctica de pagar a la madre de un presunto asesino, son los más vistos por todos los morbosos que luego declaran no ver más que los documentales de la 2 y lapidan a las marcas que se anuncian en el programa. Pero una cosa no quita la otra. Que yo vea el programa por morbo no implica que quiera ver mi marca anunciada en él, al igual que ser un gran consumidor de pornografía no implica que quiera a mi marca anunciada ahí y no lleva a la afinidad con las marcas que se anuncian en ese material ¿o sí?
¿Asistiremos al momento en que las masas apoyen a los anunciantes valientes que mantienen su inversión en programas polémicos, política y socialmente incorrectos o estamos abocados a unos medios con contenidos rosa light que no ofendan a nadie? Un bonito debate este, con muchas aristas que tocar.

Comentarios

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  • noviembre 06, 2011at11:55 AM

    «¿cuanto me pagaría La Noria por pegar a mi mujer?» esta es una pregunta que se podrían hacer muchos maltratadores desde que se emite La Noria o Salvame Deluxe ¿no? Esto de relativizarlo todo solo beneficia a los delincuentes que se FORRAN hablando de sus delitos en televisión. Todavía me estremece recordar a aquel maltratador que tras casi matar a su mujer de una paliza gritaba en las puertas del juzgado «¡solo hablo si me pagan! ¡venga, quien me ofrece más!». Puy Trigueros yo no se porque sois tan cobardes ¿estáis en nomina de Telecinco o como va la cosa? Los artículos de opinión que he leido sobre este tema son más a favor de Telecinco que en contra…. que mal esta el periodismo en España, pero que mal.

  • […] dice en su blog Puy Trigueros “las marcas que han retirado su publicidad han conseguido ya, vía publicity y totalmente […]

  • noviembre 08, 2011at9:50 AM

    Hola Sele, gracias por aportar tu punto de vista. En el presente artículo no pretendiamos ponernos ni a favor del medio ni en contra, ni siquiera valorar el contenido del programa en cuestión. Más bien se trataba de exponer una situación que se ha dado, reseñable desde el punto de vista del marketing y la publicidad, aportando reflexiones sobre cuestiones relacionadas con la comunicación.
    Este es motivo de nuestros artículos. Ni más, ni menos.
    Un saludo de iLUNIK

  • noviembre 08, 2011at11:38 AM

    Perdón, Sele, pero creo que no se me ha entendido en absoluto. Mi tesis es totalmente contraria a esas prácticas de La Noria. No creo que haya que pagar a ningún delincuente (ni familiares ni a nadie) por hablar, ni justifico en ningún caso la política de contenidos de Telecinco en general. De hecho, lo que intentaba destacar es que la novedad de este caso es que la presión popular haya hecho a los anunciantes retirar la publicidad porque atentan contra los valores éticos de las marcas, que no son más que los valores éticos de las personas que consumen esas marcas.
    No es el primer programa «éticamente discutible» que se emite en televisión y además, por desgracia, sigue teniendo más de 2 millones de telespectadores. Lo que sí es novedoso es que las marcas se vean obligadas a retirar la publicidad por la presión popular de ese tipo de programas.
    Respecto a la última parte del artículo en la que hablaba de hipocresía y de contenidos rosa light, creo que es bueno que veamos esas actitudes mezquinas y poco éticas en la tele, aunque no pagando por ellas. Ver actitudes reprobables ayuda precisamente a condenarlas y moviliza a la sociedad en su contra.
    Pagar a un delincuente o a sus familiares por acudir a un programa me parece una práctica reprobable, como también me parece reprobable pagar a alguien por que cuente su boda, la última ruptura (falsa o verdadera) con su pareja y, como no, para que cuente unos malos tratos que donde debería contar es en comisaría. Pero, por desgracia, esa es la tele que dicen las audiencias que queremos y cada semana el respaldo de la audiencia les avala. Por eso decía lo de la hipocresía.
    Que los espectadores empiecen a pedir cuentas a las marcas y que éstas empiecen a percibir que la notoriedad no es importante si no va ligada a atributos positivos y muy perjudicial si va ligada a aspectos negativos es una esperanza para el futuro de la televisión y del marketing. El siguiente paso es que dejen de ver esos programas. Yo, personalmente, no los soporto.

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